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Martin Belton pone rumbo a la playa y descubre algo revelador en un superventas de negocios reciente que tiene implicaciones en la forma en que creamos y usamos el contenido e-learning.
Mi lectura de vacaciones generalmente consiste en algo agradable y ligero. ‘No es demasiado agotador’ es mi comentario favorito. Pero sé que algunos de vosotros anheláis poneros al día con el último best seller de negocios. Si eres uno de ellos, entonces te recomiendo uno del año pasado titulado «El poder del desorden: Para transformar nuestra vida» de Tim Harford.
Puedes hacerte una idea del libro en la reciente, y excelente, charla TED de Harford.
La premisa del libro es que ser desordenado tiene sus beneficios, y sugiere que el problema con el orden es que, en exceso, se vuelve rígido, frágil y estéril. El libro ahonda en cómo las cualidades que valoramos más que nunca (capacidad de respuesta, capacidad de recuperación y creatividad) simplemente no pueden ser separadas del lodo en el que afloran.
Me parece un libro excelente, pero sospecho que es más admirado por aquellos que, como yo, encajamos de manera natural en la categoría desordenada. Por fin alguien habla sobre algo que muchos perciben como una debilidad, y lo aprueba. Ya oigo los refunfuños y quejas de mis disciplinados y ordenados amigos. Es una pena, ya que son los que más se beneficiarían de leerlo.
Dicho todo esto, Harford juega algunas buenas cartas para apoyar su hipótesis. Lo más interesante para nosotros es que cita casos en los que el desorden puede ayudar a aprender. Por ejemplo, explica que cambiar las fuentes en los documentos por algo más inusual o incluso feo puede mejorar el rendimiento del aprendizaje. Las interrupciones por las vistas y los signos del mundo que nos rodea pueden significar que aprendamos y logremos más, no menos.
Todo esto me hizo pensar: ¿por eso nuestras nuevas herramientas de e-learning para la curación y gamificación de contenidos están generando tanto interés y éxito? Los diferentes estilos y métodos de entrega de contenidos curados involucran a los alumnos de una manera que no habíamos previsto. Al eliminar la consistencia y la previsibilidad, es posible que obliguen a nuestros alumnos a centrarse en lo único que importa: el aprendizaje en sí mismo. Harford estaría de acuerdo en que este es el caso.
Sabemos que productos como learningPlay, que nos permiten curar materiales de aprendizaje de muchas áreas y luego mejorar la experiencia mediante la gamificación del proceso de aprendizaje, están demostrando ser inmensamente populares entre los usuarios. Si bien no lo llamaríamos exactamente «aprendizaje desordenado», está muy lejos de las soluciones “pasa-páginas” del e-learning tradicional de hace un par de años que, siendo honestos, nunca llegaron a captar la imaginación de nuestros alumnos.
Otra de las afirmaciones de Harford en otra de sus charlas de TED es que, muchas más veces de lo que nos gustaría admitir, los problemas no tienen una sola respuesta correcta, sino toda una gama de opciones. De nuevo, puedes verlo debatiendo este tema en otra charla TED. La forma más sencilla de demostrar esta hipótesis debe de ser, una vez más, la curación de materiales de diferentes fuentes.
Solucioné mi problema de escritorio desordenado hace ya algunos años. Lo tiré todo a la basura, y descubrí que la manera más fácil de no dejar que las cosas se desordenen es no tener cosas. Hice una “des-curación”. Y puede que tenga que arreglarlo, una vez más.
Fotografía de cabecera: Glen Noble
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