La filosofía educativa del Learning by doing, muy ligada al aprendizaje experiencial y al constructivismo y socio-constructivismo se vincula en origen al filósofo, psicólogo y educador John Dewey. El aprender haciendo, en su constructo, se puede resumir en esencia en las siguientes ideas:
- Las personas aprenden en base a sus experiencias y reflexionando acerca de ellas
- Para aprender son necesarias las interacciones, la negociación y la mediación con otros
- los alumnos deben sentir que el aprendizaje es necesario para ellos
- la evaluación debe ser formativa (frente a la meramente sumativa)
- se debe motivar a los alumnos a auto regularse y desarrollar un aprendizaje activo
- los profesores sirven como guías y facilitadores (frente al rol instructor)
Quizá a algunos les pueda sorprender que estas ideas, asociadas a la innovación en los foros educativos y en concreto en el ámbito del e-learning en nuestros días se consolidaran en los años 70.
En este momento existen instituciones que apuestan claramente por el Learning by Doing, a través de metodologías que rompen con la imagen tradicional de la enseñanza. En la experiencia presencial TEAMLABS imparte un grado oficial en Liderazgo, Emprendimiento e Innovación (LEINN) en el cual, en pequeños grupos los alumnos crean una empresa desde el primer año de estudios y, de hecho, deben obtener beneficios. Los aprendizajes se producen en base a la experiencia, a los éxitos y los fracasos y articulados en torno a la necesidad que se les ha planteado desde el primer día, contando con la ayuda de un tutor que les guía en el proceso.
En la formación virtual y en esta misma línea, la Universitat Oberta de La Salle (UOLS) propone un MBA online cuyo diseño, en el que ha participado el renombrado Roger Shank, se basa en presentar a los alumnos situaciones y proyectos reales de empresa en los que deben adoptar roles para resolver problemas en distintos escenarios (Scenario Centered Curriculum). Esa necesidad es la que les va a llevar a prepararse para, de forma individual y trabajando en equipos, dar respuesta a lo que se demanda de ellos en cada proyecto.
Sin embargo, para que se produzca este aprendizaje significativo, en interacción, necesario, motivador y mediado en un proceso de facilitación existe un factor controvertido en nuestros días; el factor Tiempo. En general, las expectativas de los alumnos en la formación virtual precisamente se relacionan con un ahorro del tiempo destinado a la formación. Se confunde a menudo la flexibilidad temporal con la dedicación al estudio. De hecho, al menos en mi experiencia, una de las demandas más recurrentes de los alumnos es la formación “exprés”; conseguir los mismos resultados dedicando menos tiempo. El pasado 13 de noviembre, en el último Seminario eMadrid en torno al «Desarrollo de competencias transversales a través de elearning» el rector de la UOLS, el Dr. Lluís Vicent Safont, señalaba en su conferencia “Radical learning by doing en formación online para el aprendizaje efectivo de competencias” que una de las dificultades de captación de alumnos en su institución era precisamente la dedicación que implicaban los programas cursados con las metodologías adoptadas en la universidad.
El reto al que nos enfrentamos es si es posible encontrar un equilibrio entre el desarrollo de acciones de formación de impacto real y el tiempo que los destinatarios están dispuestos a dedicar. A menudo se viste a los cursos tradicionales, meramente transmisivos, con un vestido sexy, con un diseño muy atractivo que en el fondo no trasciende a la experiencia del alumno ni a su aprendizaje. El esfuerzo debe ir encaminado a desarrollar una cultura que contemple el tiempo necesario para aprender en base a experiencias y en colaboración. ¿De qué otro modo hemos aprendido todo lo que ha trascendido en nuestra propia vida?
