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La película “Her” (2013) nos cuenta la historia de un divorciado que desarrolla una relación romántica con la inteligencia artificial que vive en el sistema operativo de su ordenador. La película explora de manera audaz el conflicto personal y el estigma social que esta situación podría provocar. La recomiendo encarecidamente y destacaría que, mientras la estaba viendo, no pude evitar notar que, en esta sociedad del futuro, había una llamativa carencia de teclados.
Ayer, sin ir más lejos, me programé un recordatorio para recoger un paquete en la oficina de correos a las 13:15 presionando tan solo un botón. No se trataba de la app despertador más precisa del mercado, sino de decirle a mi teléfono que escuchara, y él solito hizo el resto por mí mientras yo hablaba.
Esto dista bastante de ser algo extraordinario. Millones de personas usan el control de voz en sus dispositivos (como Siri) desde hace años. Es interesante que Microsoft haya integrado a Cortana en Windows 10, la primera vez que un control de voz se convierte en pieza central de un software de escritorio. Y esto genera una pregunta: ¿significa esto que ha llegado el fin del teclado?
El teclado nos ha acompañado durante muchos años: la máquina de escribir, el periférico de sobremesa y, más recientemente, la pantalla táctil. ¿Estamos asistiendo a un cambio importante en el nivel de interacción física necesaria para hacer funcionar nuestros ordenadores?
¿Verán los más tiernos infantes de 2015 a los teclados como artefactos arcaicos cuando les toque empezar el colegio? Y, desde la perspectiva propia del e-learning, ¿cómo repercutirá esto en el diseño instruccional?
Por supuesto que queda mucho por hacer antes de que el control por voz sea verdaderamente universal para poder evitar situaciones como esta, pero el camino hacia la interacción conversacional con los ordenadores ya ha empezado. Aunque podría ser un poco pronto para empezar a rediseñar todos nuestros cursos, es algo esencial a revisar en el futuro.
Uno de los desafíos que nosotros, tecnólogos del aprendizaje, afrontamos es sortear la resistencia de los educadores tradicionales (y, por extensión, de los padres de sus alumnos) a adoptar nuevas asignaturas y métodos de aprendizaje. Con frecuencia creen que deberíamos aprender lo mismo y de la misma forma que ellos lo hicieron, preparando a los alumnos para las necesidades de ayer, con la tecnología de ayer.
Creo que el debate sobre el uso de la tecnología en la Nube para acceder al maravilloso universo de información y datos almacenados en ella ya está ganado. La Nube puede proveernos de datos de manera más económica y eficiente que ninguna otra alternativa. ¿Cuánto tiempo hará falta para que comience el debate sobre “la necesidad del teclado”?
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