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La Inteligencia Artificial no puede reemplazar la creatividad ni el pensamiento crítico.
La integración de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas avanza a velocidad de crucero. Apenas un año después de la irrupción de la IA generativa, su impacto ya ha empezado a remodelar los pilares fundamentales de la sociedad, desde la Salud a la Justicia, pasando por la Educación. Sobre este último aspecto se centra el estudio de Empantallados y GAD3, ‘El impacto de la IA en la educación en España. Familias y escuelas ante la IA’. Este informe analiza la huella que la IA está dejando en las aulas y hogares españoles y presenta una dualidad fascinante: la promesa de un futuro educativo personalizado, frente a su impacto en la creatividad y en la capacidad analítica humana.
La IA ya se ha instalado en el ámbito educativo. Según este informe, un 82% de los estudiantes utiliza herramientas de IA como apoyo. Una tendencia que se refleja tanto en el hogar (un 69% de los padres afirma usarla), como en la escuela (el 73% de los profesores ha utilizado herramientas como ChatGPT). Los datos confirman la familiaridad de los jóvenes con la tecnología y revelan la confianza depositada en ella como recurso educativo. El uso creciente de la IA en las aulas invita a la reflexión. Conviene preguntarse si estamos preparando a los estudiantes para usar la IA como una herramienta, o si nos estamos arriesgando a hacerles dependientes de ella, erosionando así su capacidad de análisis crítico.
¿La IA nos hace menos creativos?
Los profesores están en una encrucijada. Reconocen el potencial de la IA para enriquecer y personalizar el aprendizaje, y ofrecer una educación adaptada a las necesidades individuales de cada estudiante. Pero también existe una preocupación palpable sobre el impacto que la dependencia tecnológica pueda tener en habilidades fundamentales como el pensamiento crítico y la creatividad. La IA, por eficiente que sea, no puede reemplazar el valor de la reflexión profunda ni el ingenio humano.
Aquí radica la paradoja de la educación moderna: fomentar la innovación tecnológica manteniendo intactas las facultades humanas que nos definen. La solución no es rechazar la IA, sino integrarla conscientemente, equilibrando su uso con metodologías que promuevan el razonamiento individual y la creatividad.
IA para potenciar al empleado, no para suplantarlo
Esta discusión no se limita al ámbito educativo; se extiende al mundo empresarial y al sector del Learning & Development (L&D). La formación corporativa se enfrenta al desafío de preparar a sus trabajadores para un entorno laboral en constante evolución, donde la IA desempeña un papel cada vez más relevante. Es en este punto donde los datos del informe ‘El impacto de la IA en la educación en España’ ofrecen una perspectiva a tener en cuenta.
La necesidad de formación en IA es evidente. Además de comprender cómo funcionan estas herramientas, debemos integrarlas para que potencien nuestras capacidades sin suplantarlas. La nueva generación de profesionales que está a punto de llegar a las empresas ya está habituada al uso de la IA. Y espera encontrar un entorno laboral que acoja esta tecnología y promueva su uso ético y efectivo.
El L&D juega un papel crucial en este escenario. Debe ser el puente entre las habilidades tecnológicas inherentes a las nuevas generaciones y la sabiduría empresarial acumulada por los trabajadores más experimentados. La formación en IA no puede limitarse a los aspectos técnicos; debe abarcar un entendimiento más profundo de cómo esta tecnología puede servir como complemento a nuestras habilidades, no como sustituto.
Equilibrio entre tecnología y análisis crítico
Las organizaciones deben equilibrar sus plantillas para fomentar una fuerza laboral competente en el uso de herramientas de IA, y capaz de aplicar un juicio crítico en su uso. La IA puede transformar la manera en que trabajamos, aprendemos y resolvemos problemas, pero solo si mantenemos nuestra capacidad para pensar más allá de los algoritmos.
Formar a los trabajadores en IA es invertir en tecnología y en el futuro humano de las empresas. Al capacitar a los empleados en el uso ético y creativo de la IA, las organizaciones se preparan para el futuro, y se comprometen con un desarrollo que honra tanto la innovación como la integridad humana.
La pregunta que debemos hacernos no es si la IA cambiará la educación y el entorno empresarial, sino cómo lo hará. ¿Estaremos a la altura de este cambio? ¿Seremos capaces de liderarlo poniendo al ser humano en el centro? ¿Nos dejaremos llevar y perderemos de vista el verdadero significado del aprendizaje? La respuesta a estas preguntas definirá el futuro del L&D y de la sociedad.
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