De trenes y dinosaurios (o por qué la interoperabilidad de tu LMS es tan importante)

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El concepto de interoperabilidad de sistemas no resulta nuevo en absoluto. Desde hace décadas, es una línea de actuación buscada y deseada en ámbitos como el transporte o las administraciones públicas, con resultados más o menos felices. No hace falta un análisis sesudo, ni una larga disertación acerca de conceptos elevados para entender la importancia de que sistemas relacionados sean capaces de entenderse y de comunicarse entre sí. Para encontrarnos con un ejemplo de lo que supone optar por un sistema «autista», basta con subirse a un tren en España.

Cuidado con el pensamiento de vía estrecha

En la génesis del ferrocarril ibérico encontramos una buena historia de lo que no es interoperabilidad. Allá por el siglo XIX, la comisión de ingenieros de caminos designada por el gobierno de entonces para analizar la viabilidad técnica de una red ferroviaria en España decidió que las características de la orografía peninsular obligaban a que el ancho de las vías fuese diferente al del resto de países vecinos. De hecho, el ancho de nuestros ferrocarriles se denominó «ancho ibérico», demostrando que, al menos en cuestión de trenes, España era, sin duda, capaz de diferenciarse del resto del mundo. Si bien este ancho de vía se ajustaba a las particularidades del relieve, impidió que los trenes españoles sirviesen para intercambiar bienes y personas con el resto de Europa. El resultado fue que durante 150 años se tuvieron que realizar transbordos en la estación de Irún y un importante atraso competitivo debido a los costes de un transporte de mercancías no adaptado a la realidad de los vecinos europeos.

En el mundo del e-learning hemos sufrido de cierta mentalidad de «ancho ibérico», especialmente en lo referido a plataformas de formación.

Lo que vale para el tren vale para cualquier otro sistema que tengamos en mente: desde las bases de datos de la administración pública que, para una mayor eficiencia y eficacia, deberían poder sincronizarse e intercambiar datos sin perder autonomía a, por qué no, el mundo del e-learning.

Porque en el mundo del e-learning hemos sufrido de cierta mentalidad de «ancho ibérico», especialmente en lo referido a plataformas de formación.

La muerte del dinosaurio

All my friends are deadDurante la década final del XX y durante buena parte de la primera del XXI, los LMS eran entendidos como un todo enfocado en la gestión de la formación dentro de una organización de gran tamaño. Su enfoque era, básicamente, de arriba abajo; la figura del responsable de formación centralizaba todo el poder: planificaba, gestionaba y recogía informes de uso, en un sistema dentro del cual el alumno se convertía en el último eslabón de una cadena en la que, a pesar de filosofías y discursos, acababa siendo un mero receptor pasivo, cuya voz solo se reflejaba en los índices de participación y en las encuestas de satisfacción, si es que las había.

Este absolutismo estaba presente en la propia arquitectura de los LMS: entendidos como un todo cerrado, sus funcionalidades «de serie» eran la frontera de lo que era posible hacer. Ampliar las capacidades de un LMS significaba invertir horas y horas de trabajo para hacer crecer más lo que ya de por sí eran auténticos mastodontes informáticos. ¿Queremos foros? Pues replicamos el sistema de foros de Internet dentro de nuestro sistema. ¿Necesitamos mensajería? Copiamos como funcionalidad dentro de nuestro LMS lo que ya está inventando y funcionando. Los LMS eran autárquicos: islas cerradas que no dialogaban con el entorno y que debían transformarse para hacer frente a las necesidades del nuevo entorno digital, fundamentalmente social, móvil y centrado en el usuario. Eran dinosaurios esperando la caída del meteorito final.

Ecosistema abierto frente a ecosistema cerrado

La necesaria integración con otros sistemas preexistentes en las organizaciones ya obligó, desde hace años, a que los proveedores realizasen importantes esfuerzos a la hora de poner en marcha nuevas instalaciones de sus LMS y lograr así que funcionasen de manera armónica con el resto del entorno de software del cliente. Pero, además, las necesidades, gustos e incluso la propia manera de entender nuestra relación con la tecnología empujó a los desarrolladores a abrir las plataformas de formación a un mundo más allá del definido por las necesidades puntuales de la empresa que adquiría una nueva plataforma (o apostaba por la implantación de un LMS de código abierto).

En un mundo cada vez más dominado por el smartphone, el consumo rápido de contenidos y lo social, la carrera por la adaptación basada únicamente en el desarrollo interno de más y más funcionalidades que, a fin de cuentas, solo replicaban las de aplicaciones externas al LMS, con un uso más extendido y asentado, estaba destinada al fracaso. Es una carrera que, sencillamente, no se puede ganar jamás, porque la realidad hiperacelerada del mercado siempre va a ir mucho más deprisa que la capacidad de respuesta de los desarrolladores.

La implantación de nuevos protocolos y el uso extendido de APIs permiten hacer crecer el LMS y convertirlo en una plataforma que provee de todo tipo de herramientas, íntimamente conectadas entre sí, dimensionándose en función de las necesidades del cliente, a cada momento.

De ahí que, en el mundo del LMS, cada vez se busque más el aprovechamiento de las capacidades de aplicaciones de terceros en lugar de diluir esfuerzos, tratando de reinventar la rueda y perdiendo de vista lo que es el auténtico núcleo del negocio. La implantación de nuevos protocolos y el uso extendido de diferentes API permiten hacer crecer el LMS y convertirlo en una plataforma que provee de todo tipo de herramientas, íntimamente conectadas entre sí, dimensionándose en función de las necesidades del cliente, a cada momento.

Una gestión del conocimiento, ahora de verdad

Es el caso que nos mostraban hace poco José Martín y Javier Negreira en su webinar Netex learningCloud, extendiendo el LMS: se trata de extender el LMS más allá de lo que tradicionalmente se supone que debe hacer un gestor de formación, para convertirlo en un auténtico gestor de conocimiento. ¿Cómo? Ahí van algunos ejemplos:

  1. Herramientas de autoría
    Incluyendo, siempre de manera opcional, según lo necesite o no el cliente, herramientas de autoría que permitan la creación ágil de contenidos, de manera que este proceso forme parte orgánica del ciclo formativo.
  2. Herramientas de selección de contenidos
    Ahora mismo hay servicios en el mercado capaces de entregar en tiempo real una cuidada selección de artículos, vídeos, informes, etc. que pueden ser utilizados por el alumno o el formador cuándo y cómo los necesiten.
  3. Tienda de cursos
    Otra capacidad extendida es la de contar con tiendas de terceros integradas, que permiten la compra de un curso y ponerlo de inmediato a disposición del alumnado dentro del LMS.
  4. Gestión de recursos avanzados
    Cada vez es mayor la necesidad de, por ejemplo, contenidos formativos en vídeo. Una plataforma de vídeo bajo demanda que ponga a disposición del alumno, como un recurso del LMS, es una de las posibilidades que abre la interoperabilidad de plataformas, aplicaciones y servicios. Y lo mismo que hablamos de vídeo, podemos pensar en cualquiera de los recursos manejados tradicionalmente por los sistemas de gestión de contenidos (CMS).
  5. Analíticas avanzadas
    Más allá de los informes de seguimiento proporcionados por los LMS, cada vez es más crítico el análisis de grandes volúmenes de datos que nos permitirán conocer con detalle qué y de qué manera son consumidos los recursos formativos, detectar mejoras y puntos de refuerzo en nuestros planes formativos o, incluso, qué elementos concretos de un curso deben ser mejorados o qué contenidos del curso son más satisfactorios para los usuarios. Este feedback de calidad se puede obtener integrando servicios como Google Analytics, por ejemplo.

La modularidad como modelo

Los gestores de formación, a imagen y semejanza de los ecosistemas de aplicaciones del universo mobile, tienden a la modularidad, ofreciendo más o menos servicios dependiendo de las necesidades concretas de cada organización. También buscan la excelencia a través de la especialización, abriendo las puertas a software de terceros que llega donde el LMS tradicional no es capaz.

La interoperabilidad ha permitido que los LMS se conviertan en esos seres ágiles, rápidos y adaptables, los mamíferos, que conquistaron la Tierra tras la caída de los grandes saurios.

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Alfredo Miramontes

Alfredo Miramontes es editor de i-lovelearning.com y desarrolla su trayectoria profesional dentro del elearning como diseñador instruccional y jefe de proyectos desde el año 2000.

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